El ecosistema que como canaricultores creamos en nuestras casas tiene un Triángulo Esencial:
Genética, Alimentación, Medio Ambiente.
Todo desde la esencia del trabajo en equipo, la importancia del grupo de trabajo.
Lo demás es contexto.
Infusiones tradicionales que serenan, proporcionan vitalidad, prevenien de tanto. Una infusión a fuego lento, nunca en microondas. El ruido del vapor avisándonos de que ya hierve el agua, no permitir que escape, ahora es tiempo de echar las yerbas, apagar entonces, dejar reposar.
He hablado con algunos amigos-compañeros de la composición del agua de mar, de sus usos y manejos en la canaricultura. El agua de mar tiene unas características muy parecidas a las del plasma sanguíneo. Destaca en esta sus aportes ricos en oligoelementos, como pueden ser el yodo, potasio, cobalto, vanadio, molibdeno, zinc, etc., etc. El agua dulce no los posee. Los oligoelementos citados son muy ricos a la hora de tratar algunas enfermedades, asimismo en nuestro crecimiento.
Es sabido además que nuestra piel absorbe los elementos del agua marina mediante osmosis cuando nos bañamos en ella. El agua de mar también posee propiedades antibióticas.
El agua de mar la pueden beber nuestros pájaros de la siguiente manera, 1 L de agua de manantial y 400 ml de agua de mar, le añadimos la mitad de un zumo de limón. Mezclamos y servimos en los bebederos. No guardar mucho el preparado, pues con el paso de los días pierde propiedades.
Sola la podemos usar para qué se bañen los pájaros. A los más reacios a bañarse los podemos pulverizar con agua de mar.
El agua del mar previene muchas enfermedades. Entre ellas ayuda a calmar los nervios por su alto contenido en magnesio. Relaja los músculos. Mejora la respiración. Mejor respiración, más facilidad para cantar. Elimina toxinas, etc.
Agüita de mar la tenemos en nuestro Atlántico, en El Mediterráneo, en El Cantábrico.
Aconsejo recogerla siempre en zonas alejadas de baños.
Se basan estás experiencias-indicaciones en las del criador Juan García Guerra (C. N. O-368) y en las mías propias.
Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar. (Khalil Gibran)
A Chano, Huelva. 2012.