Por estos lugares, criadero común, gracias a la polisémica palabra monitor y al flujo de información que desde siempre y a través de él se ha compartido, estos días atrás, alguien, que no sé quien, vino a intentar expresar con misteriosas palabras el papel de la hembra en este difícil arte nuestro de complejas composiciones musicales (es lo que se espera) manifiestas en los escenarios expositivos. Lugares, estos, donde se materializan oportunidades a través de los soportes que nos ofrece el grupo de trabajo, mágicas pueden llegar a ser las dimensiones escénicas, música en su máxima expresión, protagonistas canarios autores de diálogos y de la circulación de la información, dinámicas, abiertas y participativas entre los criadores.
Existen, quizás, muchos narradores que intentan plasmar con palabras, a veces certeras, la realidad que vivimos. También los hay investigadores que, entre documentos, pedigrees y archivos, unos imaginarios, otros inflados y muchos, secretos, renuevan ilusiones y esperanzas anuales en los concursos sociales. Cambio aquí, trueque allá, con cada acción citada en nuestros criaderos editamos alentándolo un año más el mundo de los sueños. Y los músicos, los canarios y sus dueños, que nos han ido legando juntos tantas canciones, bibliotecas digitales de sonidos. Aquellos, los criadores de entonces, también pisaron las mismas salas de enjuiciamiento que pisamos nosotros ahora. Y también se asomaron a los foros, aquellos, los de su tiempo, para nada digitales, llenos, como ahora, de imaginarias notas perdidas en los estantes donde, y en este momento, las jaulas permanece en silencio.
Sin embargo, en sus composiciones y en sus relatos, y en sus canciones, siguen estando más presentes que nunca. Fueron, y siguen siéndolo, los observadores iniciales, los que esclarecieron y sentaron las bases de aquellos códigos primeros.
Con sus conductas, pautas y actuaciones se convirtieron en ejemplos, llenos de matices y de color (el color de la voz junto a las complejas canciones). Los mismos colores (voces brillantes) que en la canaricultura de canto de hoy nos siguen ilusionando. Por todo esto, las jaulas nos han traído a los criadores la satisfacción de vivir en continua transformación sin alejarnos para nada de lo que escenifica el disfrutar acompañado del momento de la cabina, el entusiasmo del aquí y el ahora compartido.
La hembra que usemos para criar debe estar en relación directa a unos machos, hijos, hermanos, padres, abuelos, tíos, todos contrastados en cabina, o no, pero que si hayan demostrado su arte. Además, y esto es muy importante, tiene que ser polivalente, no sólo debe ser capaz de transmitir las mejores expresiones genéticas. Debe ser, por instinto, buena madre, la mejor hacedora de nidos, perfecta calentando el nidal, que cebe como ninguna, y claro, sana.
En genética, todos los sabemos, el medio ambiente influye, por ello debemos ser muy cuidadosos a la hora de elegir a las personas con las que trabajar, IMPORTANCIA DEL GRUPO DE TRABAJO, además de GENÉTICA, ALIMENTACIÓN Y MEDIO AMBIENTE.
Marzo huele a primavera, los machos enfilan el camino hacia las jaulas de las hembras, donde ellas les esperan deseosas de perpetuarse, es el preámbulo de la nueva vida y esta de la música.
De la vida musical de los Tenores, eso quiero decir.
Gracias.
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Kalina (martes, 04 marzo 2014 15:52)
Pero qué bien escribe el Sr. Rito...